Shopconsumer, prosumer, supersumer, lowsumer, hardiscountsumer… en marketing nos divertimos mucho creando namings que definen al “nuevo consumidor de esta década” de una forma “cool”, innovadora y diferente.
He sido víctima de esa tentación intelectual y debo confesar que también he pecado y que también me he divertido…
X·3sumer, multiconsumer, dis-sumer, son algunos atrevimientos para describir a un ciudadano que tiene una percepción distinta del “valor” de los artículos o servicios que cubren sus necesidades, a la que tenía hace unos 18 meses. Punto.
Después de meditarlo creo que, independientemente de la “definición técnica” que nos parezca oportuna, en mi humilde opinión, de lo que se trata es de preguntarnos A DIARIO…

¿Por qué esta persona va comprar mi producto?
Responder con sinceridad.
Y mañana volver a preguntar…
Responder de nuevo con sinceridad.
Si realmente tenemos un argumento movilizador sostenible en el tiempo, tendremos grandes oportunidades.
Y si no, tenemos que correr a encontrar uno, más allá de la guerra de precios.
La vulnerabilidad de marcas y servicios con poca capacidad de reacción y adaptación es una gran oportunidad para unos, gran debilidad para otros.
Llamémosle como nos apetezca, pero con el corazón en la mano seamos capaces de detectar lo que realmente el consumidor espera de nosotros.